Debí titular el texto “contra el día nacional de la demagogia”, pero quizás el mensaje no llegaría a molestar justo a quienes quiero molestar, a esos personajes que creen que la “oratoria”, con toda la cursilería que usan para defenderla, es importante. En realidad, para cómo funciona hoy en México, la oratoria es una pieza clave de la cultura autoritaria de reclutamiento y reproducción de nuevos personajes vacíos de ideas. Habla bien, imposta la voz, posa (y que no te importe lo ridículo de la pose), siéntete Benito Juárez hablándole al pueblo, grita con entusiasmo el amor a tu país (quién sabe exactamente que amas de él) y sorprende al público incauto. Con eso con algo de fortuna te llevaras dinero y algún diputado te llevará a cargarle el portafolio.
Hablar bien es una virtud del buen político, se dicen a sí mismos. Leen a Maquiavelo como manual –y les encanta la idea de ser temidos y no amados-, y piensan que si se meten a un curso en el cual les digan como impostar la voz podrán ser esos político que cambiará a México. Claro, aman a México, quieren cambiarlo, pero no saben cómo, eso no es importante, luego les dirá el jefe como lo harán. Lo importante es ser diputado, ser exitoso y con ello llegar bien alto. Ellos irán a todos los concursos posibles, y después de aprenderse tres fórmulas cursis, dos frases trilladas, un estilo de voz retumbante, y algún manierismo de torero podrán ganarse dinero, aplausos y el ojo de ese político que necesita chavos así.
¿Para qué saberse los temas? ¿Para qué estudiar? ¿Para qué un círculo del programa del partido? Eso es para comunistas, ellos no entienden que el poder es de llegar, de ser pragmático, de tomar decisiones difíciles, no importa cuales sean. ¿Para qué apoyar una causa? ¿Para qué defender una idea? En el discurso podrás poner la causa que sea y te aplaudirán. Mira a Beatriz Paredes, ganadora del concurso de El Universal. No paró de decirse feminista, progresista, socialdemócrata. Pero ella sabía que lo importante era “la palabra”, y ya que sus diputados votaran contra el derecho a decidir, pues ni modo, así es la política.
Imagínate, si ganas el concurso vas derechito a Los Pinos. Así le fue a López Mateos. Hoy cargarás un portafolio, mañana moverás a México, pasado serás el cuate que discutirá con el publicista de Polanco cual será la nueva frase que ganará corazones. Eso es lo importante. Claro, ello implicará que seas tú el candidato y no el cuate que lleva años gestionando cambios en la ley, ¿por qué no aprendió a hablar tan bonito? ¿Qué no sabe que así es la política? Somos los jóvenes, somos el futuro, es nuestro turno. Ya después vemos que hacemos con el futuro, lo importante es conquistarlo. Lo importante es que nos vean siendo importantes, diciendo cosas importantes. Así llegó López Mateos ¿no?
Deberían enseñar a todos oratoria en las escuelas. Nada mejor que hacer lo mismo que nuestros maestros nos hacen a nosotros. Hablar por horas y aprender a hablar por horas. Todo el país debería hacer concursos, de hecho, uno nacional, y coronar a ese joven que todo lo puede. Darle mucho dinero, y esperar todos a que un día sea diputado, quizás hasta gobernador. Así, cuando sea diputado, hará lo mismo, hablar y hablar, subir a la tribuna y hablar. Cuándo lo cuestionen podrá decir que quien opine diferente a él es un enemigo de la patria, no quiere mover a México, es un mezquino, y que él escupe verdad con cada salivazo que da.
Por ejemplo, las reformas son patrióticas. Quién sabe que tendrán, pero mi jefe me dicen que nos harán crecer. Y pues a defenderlas con los pulmones llenos y el corazón amando a México. Quién nos cuestioné será enemigo. Quién nos cuestione no es patriota. Cada quién está cambiando a México desde su trinchera. No nos peleemos. Todos estamos cumpliendo nuestro papel en el partido. Algún día corregiremos el camino de nuestros líderes. Pero hoy, hoy es para cambiar a México. Los académicos que tienen otra idea no saben de política, y sus estadísticas nada más son para dañar a México. Los malditos activistas no están contentos con nada. Esos twitteros, si supieran hablar no estarían escribiendo. En realidad, lo profundo es que los envidian, a ellos, los exitosos, los nuevos políticos.
En fin, quieren un día más para ellos. Quieren sentirse líderes y un día en que los alabemos. Un día en que asistan a Los Pinos y se vean sentados en la silla central. Quieren un día para celebrar que no necesitan saber nada, sólo hablar bien. Quieren un día para conservar el reclutamiento clásico, amigos, camaradas, compadres y buenos carga portafolios. A la mierda el programa, a la mierda la democracia, ¿para qué quieres discutir si puedes escucharme hablar bien padre? ¿Para qué deliberar si puedo citar a Morelos hasta el vómito y la inconsciencia? La democracia de consensos, porque la oratoria no es para pelearse, es para celebrar y sentirnos felices que podemos hacer rimas veladas e infantiles mientras nos ponen un tema aleatorio en el cual debemos defender que Hidalgo si fue padre de la patria. Un día para no pelearse pues. Un día para no quebrarle la voluntad al señor presidente, porque un día ese puedo ser yo.