Llevo tres horas leyendo estadísticas del voto en Estados Unidos y el cuadro no me queda claro. En efecto, los estados desindustrializados votaron por Trump mientras Hillary ganó el voto popular. Tendremos largos días para entender esto, y para los de ciencias sociales, hacer una profunda critica a nuestras disciplinas.
Sin embargo, desde mi profunda convicción de izquierda, me altera bastante que lo único que importa para algunos es la idea de la aceleración de las contradicciones y el fin del sistema, sin importar el sufrimiento humano que puede haber con ello. Incluso, no me queda claro cómo un millonario imperialista no fortalecerá ese sistema.
Me altera que, como los viejos marxistas, lo único que a muchos importe es que haya un problema de estrés económico (que no hemos examinado bien a bien todavía) sin considerar las otras aristas, lo siento, que protegen el liberalismo político (no económico). La tolerancia religiosa, la inclusión de la mujer y las minorías sexuales y la prohibición del racismo son parte de un ideal civilizatorio que deben ser indispensable para la izquierda. No por desear la muerte del sistema, que dudo que muera, hay que reír cínicamente mientras miles de musulmanes, mexicanos (si, mexicanos), mujeres, niños, gays, lesbianas, transexuales, transgénero, travestis, intersexuales y población afroamericana sufrirá. Lo peor, llevamos años reflexionando que estas condiciones estructuran la dominación de clases, pero hoy, cínicamente celebramos que los blancos con una movilidad social desacelerada tomen el liderazgo.
Queramos o no, Hillary, si, desde su feminismo centrista y pro libre comercio, era la barrera que protegía a muchas de estas minorías. ¡Protegía a millones de personas que consiguieron seguridad social en Estados Unidos! Si, ella no representa los valores socialistas de Bernie Sanders, pero era una aliada, si quieren pragmática, de millones de personas que hoy están aterrados y que posiblemente van a sufrir. Hillary, queramos o no, era la opción moral superior y el mismo Bernie Sanders nos lo recordó. Que quede en la consciencia, no era iguales, Trump y Hillary no eran iguales, no representaban lo mismo y una decente lectura de sus posiciones, carreras, incluso los malditos correos de Wikileaks, dejaba clara esa diferencia. Si, el pragmatismo para que otros no sufran era neoliberalismo, no neoliberalismo fascista.
Los riesgos son gigantescos, no sólo por todos aquellos que sufrirán, también por el regreso de la amenaza nuclear y el posible desmantelamiento de las políticas a favor de reducir el calentamiento global en Estados Unidos implementadas por Obama. Estos dos asuntos son cruciales para toda la humanidad. Trump ha hablado ligeramente de usar armas nucleares y ligeramente de que el calentamiento global no existe. Ese personaje dirigirá el gobierno más poderoso el mundo.
No es tiempo de cinismo regodeante que se cansaba de hacerse moralmente superior, sin considerar a los que sufren. Es tiempo de organización y en México, como dice Sergio Silva Castañeda, necesitamos unidad ante la amenaza. Además, de ser solidarios con los aquellos quienes están en Estados Unidos cuando necesiten nuestro apoyo.
You must be logged in to post a comment.