Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX

Siglo XX: Rupturas, continuidades y extremos paradójicos

(Ensayo presentado para la clase de Análisis Histórico de El Colegio de México, noviembre de 2013)

Introducción

El titulo original en inglés de la obra a analizar es Extremes. The Short Twentieth Century: 1914-1991. El título es importante, ya que en él Eric Hobsbawm ofrece su visión general sobre el siglo XX con precisión, es la era de los extremos. En específico, es igualmente importante entender el sentido de eras y de siglo corto que utiliza; este libro forma parte de una serie histórica iniciada en el siglo XIX, la era de la revolución, el capital y el imperio. La periodización de siglo corto explica porque el punto de arranque de su obra es la primera guerra mundial y no precisamente el inicio del siglo, y también, como concluye con el fin de la Unión Soviética en 1990; se trata de entender fenómenos más significativos en periodos más reducidos. La intensidad de los cambios en un periodo como el siglo XX da muestra de extremos inesperados, como la caída del liberalismo democrático que había surgido en el siglo XIX y su posterior resurgimiento, y ambos fenómenos en presencia de la Unión Soviética, el socialismo real. Además, muchos de los procesos consolidados en el siglo XIX y en específico en la era del imperio habrán de terminar de manera abrupta en el siglo XX.

Con la finalidad de comprender la obra en su complejidad, divido el presente ensayo en cuatro secciones. La primera refiere precisamente a igualmente primera sección del libro, que refiere al cambio abrupto con el que abre el siglo XX, con las catástrofes, no solo para la humanidad en su conjunto con las guerras, también para el sistema imperial y liberal que permaneció durante el siglo XIX. En la segunda sección refiero a dos cambios extremos sobre temas en específico trascendentes el siglo XX, el acelerado cambio cultural y el acelerado avance científico y tecnológico, en razón de la primera revolución de ambos ámbitos de la vida en a principios de siglo y la segunda a finales de siglo. Trataré en la tercera sección el tema de las diversas revoluciones que sucedieron en el siglo, y en específico, como la presencia de cambios tan intensos transformaron la economía y la sociedad. En la última sección trataré las paradojas del siglo, para ser específicos, los ascensos y caídas, tanto del modelo de Estado de bienestar cuanto del socialismo real. En las consideraciones generales haré comentarios sobre el enfoque del autor en su trabajo histórico, tanto para discutir regularidades cuanto ausencias.

Antes de empezar el análisis es necesario comprender algunas situaciones coyunturales sobre el libro. Tal como lo menciona en un inicio, Hobsbawm hace un esfuerzo por la comprensión histórica, sobre todo por tratarse de una época que el autor vivió mientras sucedía, y que existe de manera viva en la memoria de muchos de los hoy vivos; por lo tanto, su objetivo es dar elementos para comprender los procesos de la historia sin el mayor ruido posible de las experiencias personales y más allá de los sucesos que fueron tan trágicos como las guerras o el holocausto. Además, le otorga una función esencial a la comprensión, que es poder interpretar a donde se dirigen los hombres y tal vez, a donde deberían dirigirse.

Era de las catástrofes

“La humanidad sobrevivió [después del siglo XX], pero el gran edificio de la civilización decimonónica se derrumbó entre las llamas de la guerra al hundirse los pilares que lo sustentaban”[1]. Las palabras de Hobsbawm son la descripción más precisa del impacto de las dos guerras mundiales en la historia mundial. Tres fueron los procesos que terminaron en el siglo XX, en primer lugar, el declive absoluto de Europa como región protagonista de la historia mundial. En segundo lugar, el colapso del liberalismo democrático ante los fascismos, lo cual habría de revertirse después de la guerra, pero dejando claro que el liberalismo del siglo XIX no era el modelo único para el futuro. En tercer y último lugar, es el punto de partida del fin del colonialismo europeo sobre África y Asia, lo cual, además de abonar al declive de la región, introduce con un papel independiente a regiones que después adquirían un rol relevante en el transcurso de la segunda mitad del siglo. Explico las características y efectos principales de cada uno de estos procesos históricos.

         Guerra total

La humanidad paso, por primera vez de manera mundial, por 31 años de guerra. El carácter mundial de esta se debió a la participación de todas las potencias habidas en el conflicto, además del involucramiento, en mayor o menor medida, de países medios en la dinámica del conflicto. Las dimensiones del conflicto no tuvieron comparativo con ningún conflicto precedente. Ambas guerras iniciaron como conflictos inter europeos, pero sus efectos expansivos se debieron al declive de la era imperial frente a los ojos de los protagonistas. La guerra en el frente occidental fue la maquina más mortífera de la historia de la guerra. El objetivo de la guerra en ambos periodos era el mismo, evitar la victoria del opositor, ya que significaría el ascenso de un modelo contrario, además del desastre humanitario relacionado. Las dimensiones de la guerra entonces fueron equivalentes al objetivo y tomaron a la tecnología como acelerador del conflicto a escalas brutales. A pesar de la victoria en ambas guerras de las alianzas, que se opusieron en dos ocasiones a Alemania, la capacidad destructiva de la guerra fue tal que los países derrotados fueron lanzados a las revoluciones y los ganadores sufrieron de la bancarrota. Los orígenes de la primera guerra mundial son claros, el fin del equilibrio en Europa, y de la segunda guerra fue el ascenso de los fascismos que respondían a las condiciones que fueron sometidos los países perdedores de la primera guerra, y en específico al principal protagonista, Adolf Hitler.

La primera guerra mundial provocó la caída clara de los paradigmas de las eras que precedieron en la historia. La segunda guerra mundial fue el parte aguas del desarrollo del nuevo siglo y su carácter bipolar, extremo y contradictorio. Me enfoco en la segunda guerra. Hobsbawm menciona que a principios de la guerra no había claridad del resultado, la incertidumbre era prácticamente absoluta, pero la claridad llegó con la alianza contradictoria y temporal entre el capitalismo representado en Estados Unidos y el socialismo real representado en la Unión Soviética. La intervención de ambas potencias en una dirección contraria el eje, que representaba el fascismo, definió el curso de la guerra y la salvación de los pocos gobiernos liberales que permanecían en Europa, en especial Reino Unido. Esta alianza que desembocaría en la derrota de los nazis, del imperio japonés y de la rendición del fascismo en  Italia -no tan protagonista como los previos-, lo que llevaría al sistema bipolar que expondré más adelante.

Como también revisaré más adelante, la dimensión tecnológica de la guerra marcó el fin de una época la masificar las masacres. En específico, el uso de las armas nucleares y la producción masificada de armas definió la carrera armamentística durante la guerra fría, además de provocar la incertidumbre de la posible –aunque en realidad poco probable- explosión de una tercera guerra mundial.

Fin del liberalismo y ascenso del fascismo

“De todos los acontecimientos de esta era de las catástrofes, el que mayormente impresionó a los supervivientes del siglo XIX  fue el hundimiento de los valores e instituciones de la civilización liberal cuyo progreso se daba por sentado en aquel siglo, al menos en las zonas del mundo <<avanzadas>> y en las que estaba avanzando.”[2] Esa es la impresión e impacto de la caída de los regímenes liberales que habían dominado la vida política en Europa en la era de los imperios. La seguridad del modelo liberal democrático en el mundo se quebró con el ascenso reaccionario del fascismo y los totalitarismos, que parecieron imparables con el ascenso al poder de Adolf Hitler en Alemania. La caída de la monarquía en Italia y de la República de Weimar fueron momentos icónicos que dejarían en incertidumbre a la población europea.

Las dos razones principales del ascenso del fascismo y la caída del liberalismo – tanto por las conquistas alemanas como por los nuevos estados títere de la época- fueron la reacción ante la revolución bolchevique y la respuesta a la gran depresión económica que se dio después de la primera guerra mundial y con la recesión internacional. Las reacciones del fascismo en Europa conjuntaron a las clases medias y a los grupos de las derechas nacionalistas y radicales de los países donde surgió este movimiento. El sistema democrático y liberal en la época, a pesar de ser abierto y deliberativo, no pudo resolver las contradicciones profundas que se habían dado en las sociedades europeas, el consenso fue inalcanzable y sólo las mayorías abrumadoras, en marchas por Roma o después de la quema del Reichstag, pudieron dar pauta a los regímenes que iniciarían la guerra mundial.

El liberalismo, de mano del socialismo, habría de regresar con el triunfo aliado en 1945, pero se había transformado de manera definitiva la época en la cual los habitantes del mundo habían confiado. La claridad liberal democrática se erosionó y los problemas de las democracias del mundo han sido más evidentes desde entonces. A pesar de ello, como veremos con la caída de la Unión Soviética, sigue pareciendo la forma de gobierno vigente para el mundo.

 El fin de los imperios

El mundo europeo logró durante el siglo XIX conquistar territorialmente los territorios africanos y asiáticos. Esos países, con la presencia de la Unión Soviética y después de la guerra, comenzaron a obtener sus independencias nacionales. La historia de estos países a partir de sus independientes sería la tensión en relación sus antiguos administradores coloniales. La idea del progreso humano definiría gran parte de la discusión del que sería el “tercer mundo”, llamado a la modernización. Los problemas del tercer mundo de manera eufemística serían llamados del “subdesarrollo” “las vías al desarrollo” o el franco termino del atraso.

Los movimientos nacionalistas en los países coloniales buscaron conjuntar bajo sus liderazgos las masas posibles para conseguir la independencia. Los antiimperialistas se organizaron de igual manera. Ambos tipos de movimientos se conjuntaron para conseguir las independencias. Ejemplos claros fueron el nacionalismo indio o los nacionalismos en África. Pero, lo más trascendente que definiría el fin del sistema colonial fue la primera guerra mundial y la Gran Depresión.

La Gran Depresión cambió el sistema de relaciones económicas entre los países colonialistas y los países del tercer mundo. La economía colonial esencialmente estaba relacionada con una época de crecimiento acelerado en Europa. Ya no fue posible la administración de las colonias después de los fenómenos mencionados. Los movimientos nacionalistas aprovecharon las coyunturas y con ello acabaron los grandes imperios.

La era imperialista de 65 años llegó a su fin y con ello se terminaba la última parte que quedaba del siglo XIX y se abre de manera clara una época convulsa como lo es el siglo XX. Lo destacable de las épocas y continuidades interrumpidas del siglo XIX es que con ello se dio inicio a un siglo donde los cambios políticos y económicos profundos se darían, cada vez, en periodos más cortos de tiempo y con pasos directos de un extremo a otro. Ejemplifico a continuación.

Extremos de las épocas

Probablemente los dos extremos que seleccioné parezcan los menos profundos en la argumentación de Hobsbawm, pero los seleccione por dos razones. La primera es que son dos cambios radicales comparables de la primera y la segunda parte del siglo XX. La segunda es que los fenómenos de las revoluciones y las paradojas merecen un espacio especial, siendo que ambos temas son igualmente extremos de las épocas. La finalidad es narrar los extremos que identificó el autor y destacar su importancia en la narración general de la obra.

         Vanguardias y cultura

La vanguardia cultural de principios del siglo XX estuvo definida por los movimientos dadaísta/surrealista, el constructivismo soviético y el realismo. Las expresiones artísticas respondían a la coyuntura mundial, y después lograron su plena incorporación institucional en la vida cultural de los países en el periodo entre guerras. Con la llegada de estos movimientos y el uso de las tecnologías, nuevas expresiones culturales se dieron paso, entre ellos el foto periodismo, el reportaje y los inicios del uso de la comunicación en masas. Las tendencias culturales se definan en ciertos circuitos de todas maneras.

Las vanguardias que iniciaron el siglo XX fueron desplazadas con rapidez por la intensificación del uso de las tecnologías que masificaban tanto la difusión como la producción artística. La radio, la televisión y la comunicación por otros medios fueron fundamentales en masificar, diversificar y popularizar las expresiones culturales. Ante la diversidad las vanguardias murieron y tantas expresiones culturales se daban como pudiesen transmitirse. Lo cual, para Hobsbawm representaba una indefinición sobre el papel de las artes hacia el futuro. Lo cierto, es que una manera de arte inicio el siglo y esta manera fue substituida con rapidez por una nueva forma, que ya no era por corrientes, sino por sus capacidades de reproducción. El autor es pesimista sobre estas tendencias sobre las artes, diferiría, posiblemente por aprecio a la diversidad cultural nunca antes vista.

         Las ciencias naturales

“(…) el siglo XX será recordado como una era de progreso y no únicamente de tragedias humanas”[3]dice Hobsbawm. Es absoluta mi coincidencia y resulta paradójica para quien observa los hechos aislados de la ciencia en el periodo. Se trata del tiempo en el cual la investigación científica fue más prolífica y revolucionaria –sobre todo en el campo de la física y la biología- que en cualquier otro momento de la historia humana. También se trata del momento de mayor cuestionamiento a las ciencias como posibles conocimientos peligrosos para la supervivencia humana. Se trata de la ciencia al servicio de lo militar, y en específico, la inauguración de la época nuclear.

En el siglo XIX quedaba claro el potencial innovador de las ciencias, y este potencial fue aprovechado en la primera parte del siglo XX en el contexto de las guerras. El avance secular y científico era visto como el elemento modernizador por excelencia de las sociedades. A pesar de esto, los regímenes soviético y nazi tomaron decisiones las cuales confirmarían a Estados Unidos como el centro del avance científico del mundo. La expulsión del capital intelectual de Europa por la guerra, muchos por su ascendencia judía, dio pie a que Estados Unidos fuese el refugio ideal para los científicos de la época, en especial a los físicos que habrían de revolucionar la física de partículas, que posteriormente sería la que llevaría a la creación de la bomba nuclear. Además, en la Unión Soviética en esa primera fase criticaría a las diversas ciencias por no coincidir con las bases materiales requeridas para ser apoyadas por el socialismo real. Las dimensiones de doctores en Estados Unidos confirmarían su dominancia en la ciencia de la época.

El avance científico más alarmante de la época, la bomba atómica –seguida de la bomba de hidrogeno- fue producido en la época de mayor confianza en el avance científico. Fue por eso que inició, tanto la carrera armamentística nuclear, como los recelos en todas las sociedades sobre los avances científicos. La segunda mitad del siglo estuvo marcada por la incertidumbre que producían las armas nuclear, o de destrucción masiva en el mundo. Pero también, los avances fueron de tal nivel que se incorporaron en la vida cotidiana, por ejemplo, con los avances en la medicina y los usos del ADN. Estos extremos de recelo o ascenso de la ciencia como modo de progreso marcaron el siglo XX, pero será, después de la guerra fría, visto, como lo hizo Hobsbawm, como el elemento de mayor progreso. Claro, ya no será un progreso inerme de crítica como en épocas anteriores lo hubiese sido.

Entre revoluciones

“En suma, la historia del siglo XX no puede comprenderse sin la revolución rusa y sus repercusiones directas e indirectas.”[4] Las eras expuestas en las obras de Hobsbawm reflejan la importancia de los diferentes tipos de revolución, y como estas revoluciones cambiaron de manera definitiva el curso de la historia en un largo plazo mucho más reducido que otras épocas –de ahí su uso de los siglos y periodos cortos-. La revolución rusa y la revolución social cambiaron totalmente la constitución de la sociedad y las relaciones políticas del siglo. Comprender los efectos de estas revoluciones es necesario para que toda la narración del siglo XX tenga sentido, en específico por las dinámicas políticas internacionales y las dinámicas sociales de la guerra fría, ya que el fin de esta y de la Unión Soviética representan el fin del siglo XX corto.

         Revolución mundial

El desafío más importante al capitalismo y el liberalismo, después de los fascismos, fue la presencia del socialismo real, encarnado en la Unión Soviética, producto de la revolución rusa de octubre de 1917. La paradoja principal para el socialismo real fue que la revolución se dio, en un país con capitalismo avanzado que diera lugar a las contradicciones de las clases, sino a un país poco industrializado, pero claramente con un sistema político y económico exhausto como lo fue la Rusia zarista.

El éxito de la revolución de octubre fue el considerar a la masa disponible de Rusia como el elemento revolucionario, no en espera del desarrollo del capitalismo. Después del caos del gobierno provisional, fueron los bolcheviques los únicos capaces de dirigir el gobierno en Rusia por medio del sistema del partido único de vanguardia y los comités populares llamados soviets. Un nuevo polo en la historia mundial había surgido, uno que prometía resolver las contradicciones y las desigualdades que las épocas anteriores habían dejado atrás.

La permanencia exitosa de la Unión Soviética, a comparación  de la comuna de Paris por ejemplo, fue por tres elementos principales, primero, el partido comunista que logró unificar políticamente al ejército y el liderazgo político. Segundo, la capacidad de unión del partido comunista a todo el territorio y de la expansión en lo que se conocería en la Unión Soviética. Finalmente, la reforma agraria que permitió ocupar las tierras a los campesinos desventajados de la Rusia zarista.

Pero, a pesar de otras revoluciones comunistas de la época, sobre todo en Asia, el movimiento comunista decidió en momentos claves detener el avance de la internacionalización obrera, y por lo tanto el avance del comunismo como fuerza revolucionaria en el mundo. Lo que avanzó fue la izquierda social demócrata en los países capitalistas, o a resurgir en loa países que tuvieron el influjo de la dominación de la guerra. Estas decisiones definirían el curso de la historia hacia adelante.

         Revolución social y cultural

La otra revolución fue la social, al igual que la cultural. De hecho menciona Hobsbawm que fue por la revolución social y cultural que se dieron cambios drásticos en menor tiempo, en décadas. En menos de una década podía cambiar la manera de vestir desde Estados Unidos a la Patagonia. El cambio social más revolucionario fue la muerte del campesinado por medio de la industrialización. El uso intensivo del capital y el crecimiento demográfico vaciaron el campo y lanzó a la humanidad a las grandes ciudades y los conglomerados.

El otro cambio relevante fue el auge de las profesiones y de la enseñanza superior. El aumento de la matrícula de educación superior fue extraordinario durante el siglo XX, lo cual provoco un cambio en los grupos sociales juveniles y en la prospectiva de los humanos. El futuro de cualquier joven que aspirara a un progreso económico era no repetir la vida de obrero de sus padres, sino ingresar a la universidad. Los estudiantes se volvieron elemento cultural y social disruptor en el siglo XX, y en específico en el año de 1968.

Dos nuevos actores sociales adquirieron relevancia, los obreros industriales y las mujeres. Los primeros acompañaron el crecimiento de la industria, y por lo tanto, la mejora real y nunca antes vista del ingreso, lo cual modificó durante la edad de oro las relaciones sociales y las relaciones con los gobiernos. Las mujeres hicieron una entrada calificada de impresionante en el siglo XX, sus reivindicaciones políticas y en específico, como sus nuevas formas de actuar cambiaron las relaciones sociales, por ejemplo, las dinámicas laborales y las dinámicas de la reproducción del siglo. La demanda de libertad y autonomía de las mujeres y el posterior reconocimiento de su igualdad fue un hecho social revolucionario incontrovertible del siglo.

El cambio de las relaciones sociales en el siglo XX fue fundamental para explicar otros fenómenos económicos y sociales. La crisis del modelo de relación familiar transformó la dispersión demográfica en el mundo y las interacciones humanas. Los divorcios de manera clara fueron los que cambiaron la estructura social, dando lugar a los hogares monoparentales, que serían dirigidos por mujeres.

En las nuevas estructurales sociales surgió la juventud como una fase culminante del desarrollo humano. La juventud se desarrolló y cohabitó con la economía capitalista de mercado, lo cual provocó una nueva cultura juvenil no antes vista. Esta cultura tendría efectos internacionales, y con ello se daría fin a la hegemonía de una sola cultura, era pues, la cultura juvenil global. La nueva cultura era populista e iconoclasta, transformó la música y las expresiones artísticas, lo cual llevaría igualmente a la liberación personal y social de la generación, en específico la liberación de las relaciones sexuales.

Dice Hobsbawm “La revolución cultural de fines del siglo XX debe, pues, entenderse como el triunfo del individuo sobre la sociedad o, mejor, como la ruptura de los hilos que hasta entonces habían imbricado a los individuos en el tejido social”.[5] La economía de mercado cambió la cultura de la época y con ello las relaciones sociales anteriores. La familia fue transformada y sería el signo del cambio después de permanencias durante las épocas anteriores.

La guerra fría

El enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de la segunda guerra mundial fue llamado como “la guerra fría”. La voluntad de guerra, y no solo la guerra, como lo menciona Hobsbawm citando a Hobbes[6] es la razón latente de la época. La patente amenaza de la guerra, y no cualquier tipo de guerra, la guerra nuclear, era la marca clara de esta etapa de la historia. La doctrina paranoica de la época fue la famosa doctrina de la destrucción mutua asegurada, ya que el lanzamiento de la bomba atómica podía asegurar un final apocalíptico. Esto quitaría el sueño a la población durante varias generaciones.

A pesar de la retórica y de las carreras armamentísticas, científicas y económicas, la relación  entre la Unión Soviética y los Estados Unidos fue la coexistencia pacífica. Era una tensión ideológica, pero pocas veces tuvo expresiones reales, más bien fracasos como lo fueron Vietnam y Afganistán para ambos bandos.  La contención por parte de Estados Unidos, y la política del socialismo en un solo país fueron las políticas que detuvieron cualquier posibilidad real de un conflicto militar real. Los efectos de la guerra fría fueron eclipsar los conflictos del siglo, congelar la situación internacional y el avance industrial acelerado de la época.

Paradojas del siglo

El siglo XX fue un siglo de paradojas. En un mismo siglo el ascenso del capitalismo -y en específico un modelo socialdemócrata de capitalismo- parecía inevitable, pero las crisis económicas trajeron consigo a la ideología rival, el neoliberalismo en puerta. En un mismo siglo tanto ascendió la alternativa más viable ante el capitalismo cuanto cayó el llamado socialismo real. Resumiré ambos procesos desde la visión de Hobsbawm.

         Edad de oro y edad de crisis

La economía mundial para los años de la década de 1960 había crecido de manera explosiva. Fueron los años de la bonanza económica y del ascenso del capitalismo con estado de bienestar. El cambio económico e industrial modificó la vida cotidiana, avanzó de manera intensiva el uso de tecnología y con ello la substitución de la mano de obra. El ciclo económico permitió en la economía mixta los mejores años de crecimiento económico del siglo. Con la edad de oro surgió la producción transnacional y el avance comercial. La edad de oro se detuvo en 1971 con el hundimiento del sistema financiero y con ello un cambio drástico de la política económica, con el nuevo sistema de Brenton Woods de organismos económicos internacionales.

La inestabilidad y la crisis fue el signo de la economía a partir de 1973. La crisis y la gran desigualdad se gestaron en los países de las economías mixtas. En esta época fueron derrotadas las tesis del Keynesianismo que habían llevado a la economía mundial, y fueron las tesis neoliberales de Friedman y Hayek las cuales tuvieron su ascenso definitivo. La economía de libre mercado y el Estado mínimo habían arribado de la mano de los gobiernos de Ronald Reagan de Estados Unidos y de Margaret Thatcher de Reino Unido.

El desempleo, la crisis recurrente en los países del tercer mundo, en especial en América Latina, fueron el signo de la época. Las políticas de liberalización, control de cambios, privatización y manejo macroeconómico se volvieron dominantes. Pero este extremo de la economía, el cual resolvía según su visión los problemas de ajuste de la economía mixta, sigue teniendo hasta nuestras fechas la carga de la pobreza y la desigualdad que parecía abatir la edad de oro.

         Fin del socialismo real

La mundialización sería un factor determinante en definir las condiciones del colapso de la Unión Soviética, pero sería un factor político que llevaría al derrumbe del socialismo realmente existente. La Europa del Este y la fragmentación de la clase política en la Unión Soviética fueron signos del debilitamiento de la Unión Soviética que enfrentaría el último Secretario General del partido comunista, Mikhail Gorvachov. Este proceso se agudizo conforme avanzaba el proceso de reformas iniciadas por el último secretario general. El resultado era la revelación de las inconsistencias políticas de la unidad soviética y la incapacidad ya de poder administrar las repúblicas soviéticas que tendían a la independencia. La perestroika y la glasnost, tardías, llevaron, junto con las disputas de poder de los jerarcas del partido comunista, a la disolución de una unión poco real de las nacionalidades rusas. Lo que siguió a la ausencia de poder no fue precisamente democratización sino ausencia de autoridad. La desunión política provocó la caída del sistema político que representaba el socialismo real.

Fue solo cuestión de tiempo para la modificación económica y política en la China comunista, la transición democrática en Europa del Este y el aislamiento de las últimas republicas comunistas en África, y claro, de Cuba. Con ello, con la unificación de las Alemania, terminaba la existencia del rival ideológico del capitalismo y de Estados Unidos. En ese momento pareció triunfo de Estados Unidos, y para muchos, el fin de las ideologías.

Consideraciones generales

La narración y análisis de Hobsbawm tienen una fuente material, pero no se rige en los preceptos estrictos y ortodoxos del materialismo histórico. Lo que es claro que no había manera más clara para explicar el siglo XX que entendiendo las transformaciones del capitalismo y como la historia giro en su favor o en su contra después del periodo de las guerras.

Las paradojas y los extremos de la época son la forma de Hobsbawm de explicar los cambios radicales del siglo XX con respecto a otras épocas de la historia humana. El socialismo realmente existente fue el aliado del capitalismo en época de guerras, pero opositor simbólico hasta su caída. Fue la época de avances extraordinarios y de crisis calamitosas. Las transformaciones sociales fueron intensas y cambiaron las dinámicas demográficas y culturales. Los imperios cayeron pero ello no significó para muchos países del tercer mundo el acceso directo al progreso. La economía mixta triunfó sólo para verse arrollada por el neoliberalismo que dominaría a partir del final de siglo. La mundialización fue mucho más patente, los sucesos de una parte del mundo afectaban al resto, pero también fue la época de surgimiento de nuevas historias regionales más allá de los países occidentales.

El esfuerzo narrativo de Hobsbawm es impresionante, sobre todo con una época tan rica en cambios, sobre todo con respecto a eras anteriores de la historia. Sobre todo ayuda a comprender los nuevos procesos y continuidades del presente, el sistema internacional dominado por el paradigma económico. La interrelación de Estados y los nuevos actores no estatales. La continuación de manera diferente de las luchas ideológicas y los problemas demográficos y ecológicos del futuro. La periodización permite ver los cambios bruscos y al mismo tiempo ver el fin del imperialismo decimonónico del siglo XIX.

 Personalmente, creo que Hobsbawm subestimó los de por si importantes efectos del periodo de las guerras, sobre todos los efectos éticos y sociales del holocausto sobre los conflictos del siglo. Los dos nuevos paradigmas éticos del siglo tomaron fuerza a partir de la condena de las masacres de la segunda guerra mundial, el paradigma de condena a los crímenes de lesa humanidad y la protección de los Derechos Humanos. Los procesos nacionales, religiosos, políticos y la presencia permanente de las masacres pudieron haber merecido una consideración más sistemática de su análisis. Esto permitiría ver las dimensiones de las guerras subsecuentes del siglo y el papel de contención de una guerra mundial por parte de muchas instituciones internacionales como la ONU y la Unión Europea. A pesar de ello, Hobsbawm nos ofreció una obra completa y redonda sobre el siglo XX corto, y de él no escapan detalles de las contradicciones, continuidades y procesos históricos que definieron la época y nuestra época.


[1] Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, trad. Juan Faci; Jordi Ainaudy; Carmen Castells, Buenos Aires, Planeta, 2da edición, 2010, p. 30. A partir de ahora las citas del libro iniciaran con Historia y la página correspondiente.

[2] Historia, p. 116.

[3] Historia, p. 550.

[4] Historia, p.90.

[5] Historia, p. 336

[6] Historia, p. 230.

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