Narra Enrique Krauze que Lázaro Cárdenas y Francisco J. Múgica, amigos por amistades de familias, se encuentran en 1925 en la Huasteca Veracruzana. El primero había sido designado comandante de la zona militar, el segundo era administrador de la aduana. Los años reforzaron su amistad, sobre todo por el terruño -Michoacán- y la revolución.
A pesar que Múgica fue maestro ideológico del socialismo de Cárdenas, dos eventos habrían definir sus convicciones sobre el cambio en México. Primero, en septiembre de 1926, Cárdenas y Múgica cruzan la Huasteca, y en su camino intentan cruzar los campos petroleros de Cerro Azul y Potrero de Llano. Cárdenas en sus memorias narra:
En ocasión que cruzamos con el General Múgica por los campos petroleros, nos vimos detenidos en las puertas de las compañías que cierran los caminos, y fue después de una hora de espera que llegaron sus guardias a abrirnos el paso. Y esto le ocurría al propio comandante de la Zona Militar.
Posteriormente, en 1927, Cárdenas y Múgica median el conflicto entre la Huasteca Oil Company y los sindicatos petroleros. La compañía manipula lo posible para lograr la representación de un sindicato a modo. La solución de los generales fue llevar el asunto a arbitraje federal. Sobre la actitud de la compañía, Múgica apunta:
La Huasteca es una empresa que no respeta las leyes del país, tiene procedimientos inmorales en su explotación y predomina en la región.
Cárdenas y Múgica tuvieron desconfianza de las empresas petroleras extranjeras por su actitudes ante la ley y la autoridad estatal. Una de las tantas razones de la nacionalización de las industrias petroleras seguramente fue esa desconfianza.
En mi caso, desconfío, por las mismas razones que Cárdenas y Múgica en su tiempo, de las empresas petroleras que ya tendrán las puertas abiertas al petrolero mexicano por la reciente reforma a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución.
Fuente: Krauze, Enrique, General misionero: Lázaro Cárdenas, México, FCE, 1987.
Fotografía: INHERM.
Raúl Zepeda Gil 