#AyotzinapaSomosTodos parece estar rompiendo la idea de que la violencia en México es exclusivamente entre criminales. No es que no se supiera antes, pero mediáticamente así se ha percibido. Estudiantes no vinculados con ninguna banda del crimen organizado son asesinados y desaparecidos por una corporación policiaca. Es decir, inocentes, no criminales, están siendo desaparecidos por el crimen, ahora con una faceta de policías transformados en paramilitares. La idea ha estallado, yo también, tú también, puedes ser desaparecido, asesinado o torturado. La idea ha permeado con tal contundencia entre círculos politizados que ya se han movilizado. Pero la crisis ya entró a espacios donde tradicionalmente no había movilización, ejemplo, muchas escuelas que nunca entraban en paros, la Ibero, ITESO, ITAM, CIDE, Colmex. Pero sigue siendo un fenómeno urbano y del centro casi. Hay un elemento simbólico que ha condensado muchas demandas de los últimos ocho años de violencia exacerbada en México. Todavía no sabemos si eso se transformará en movimiento social estructurado y duradero, con organización, dirección y objetivos. Los padres de familia han sido vanguardia pero su estrategia sólo responde a la natural para ellos, la aparición de sus hijos. Ellos podrían potencialmente darle forma a estas movilizaciones. Valdría la pena que ello sucediese. ¿Por qué podría suceder? ¿Por qué no había sucedido antes?
Las marchas, cómo una forma más de movilización, requieren de elementos para convocar grandes aglomeraciones o para ser realizadas varias veces por mucho tiempo. Recordemos el #YoSoy132. La movilización se inició a partir que a los estudiantes de universidades privadas se les calificó de manera negativa en medios porqué hacían algo que nadie suponía que hacían, protestar. Eso rompió con una percepción de diferencia entre universitarios privados y públicos. No eran tan diferentes como se pensaba, de hecho eran muy similares. A esa percepción se le llama “esquema cognitivo” según Andreas Schedler: hay una idea que no permite la solidaridad porque se percibe al otro que se moviliza como lejano o diferente.[1] A pesar de la gran cantidad de fallecidos en los últimos años no hubo gran solidaridad con movimientos como el de Por la Paz con Justicia y Dignidad por la idea de que “en la guerra contra el narcotráfico son malos matando malos”, es decir, violencia es entre criminales, y no ciudadanos. Ese esquema cognitivo ha sido vulnerado por #AyotzinapaSomosTodos.
La segunda parte del discurso de las movilizaciones, #FueElEstado, ha generado una controversia magnifica. Estamos replanteando la discusión de la seguridad afuera de la lejanía de los criminales contra los criminales (aunque muchísimos ciudadanos saben que no les es lejano). La discusión ahora recae en todos esos elementos de manera simultánea del Estado, clase política, instituciones, la comunidad nacional, las prácticas, las políticas. Quizás es la discusión más necesaria de todas, aunque muchos quieran cerrarla en la coyuntura de la narrativa del caso. Nos ofrecen una telenovela criminal –los Abarca- en lugar de una discusión que explique el surgimiento de un Abarca. Probablemente #FueElEstado es muy general, y pueda incluso tender al anarquismo en algunas interpretaciones, pero contiene algo más importante, el cambio del nivel de objeción sobre la seguridad, me explico.
En años recientes la objeción podría sintetizarse en #DetenganLaViolencia, #DetenganALosNarcos #CambioDeRumbo. Es decir, nos preocupó el número de homicidios, los efectos del crimen organizado y el rumbo de la política de seguridad. En ocasiones los Derechos Humanos estaban en el reclamo, pero eran intermitentes. Por ejemplo, cuando supimos de los militares que asesinaban familias en retenes del gobierno de Calderón. Quizás todo era #FueElGobierno, y era uno, el de Calderón. Incluso cuando Calderón advertía que los gobiernos locales también estaban involucrados –oh ironía-, el ex presidente perdió su caso cuando no pudo procesar un solo político/criminal. El impacto de Julio César Godoy o en sus tiempos de Mario Villanueva (o Beltrones en chismes) no fue tal porqué las pruebas eran débiles, individualizantes, sin estructuras que los apoyaran. Pero ahora todo eso cambió, ya no sólo es un gobierno, son todos los ámbitos de gobierno, son los policías. Pero eso ya se ha dicho. Yo agregaría uno más, que ya se ha mencionado, pero quiero destacar, los partidos de izquierda –esa parte del Estado que podía guardar esperanzas- también están coludidos. Todo el Estado parece capturado.
Los partidos de izquierda gozaron, a pesar del desprestigio mediático, de una fama desde su fundación, diría Kathleen Bruhn[2], eran poseedores de una propuesta ética diferente al PRI. Después del paso del PAN por la presidencia y la erosión completa de su viabilidad como oposición ética, el PRD y Morena eran quienes concentraban esa esperanza. Es decir, incluso quien odiara los partidos a regañadientes podría votar por López Obrador y los partidos de izquierda como alternativas imperfectas pero todavía éticas. Esos partidos eran un aliado ocasional, despreciado, pero natural para muchos movimientos. Pero esos partidos, controlados por el pragmatismo corporativo, se alejaron de los movimientos, postularon a personajes de dudosa calidad como gobernantes, políticos o incluso como ciudadanos. Más de uno podía quizás aceptar un Mancera, un Aguirre, un Bartlett o un Sabines, sabiendo que esos partidos y sus líderes podían guiar a esos políticos oportunistas. Eso se terminó, esa opción que parecía imperfecta pero plausible fue derrumbada para muchos politizados cuando todas esas prácticas que se toleraban con votos a regañadientes fueron las causantes de la postulación de Abarca. Lo peor de todo es que esa rendija de alternativa –cuestionada constantemente- fue atacada por todos sus frentes. Nueva Izquierda los cobijó, los demás callaron, y eran personajes cercanos al operador más cercano de López Obrador en Guerrero. PRD y Morena han dejado de ser para muchos una opción ética final.
Si ya son todos los ámbitos de gobierno, si son todos los partidos, ya no es sólo el gobierno del PRI o del PAN, #FueElEstado. Y ello tiene consecuencias importantes. Si las movilizaciones se hacen movimiento y amplían la solidaridad, una idea como chispa puede atacar a todos. Toda la clase política será el objetivo de la sociedad organizada. Claramente hay preguntas incomodas, si no ellos, ¿quiénes? Si no esos partidos, ¿podremos hacer otro? ¿Otros? ¿Con estas reglas? No son preguntas frugales, porqué ello derrotó al movimiento democrático en Egipto; tal vez el tiempo no les permitió hacer mucho. Fueron los militares y los musulmanes quienes ocuparon el espacio que dejó Mubarak. Los indignados reventaron al PSOE y el PP entró en su lugar. Pero Podemos plantea la pregunta más interesante, ¿podrá en México surgir una fuerza política que tome el control del Estado? Es la pregunta más importante que se debe hacer si estas movilizaciones siguen. Es la pregunta más importante que debe hacerse si se quiere que las movilizaciones se transformen en movimiento social.
[1] Schedler, Andreas (2014), “The Collapse of Solidarity in Criminal Civil War: Citizen Indifference towards the Victims of Organized Violence in Mexico”, APSA 2014 Annual Meeting Paper. Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=2454202. Pueden revisar su artículo en Enfoque de Reforma del 16 de noviembre de 2014 sobre el mismo tema.
[2] Bruhn, K. (2010). Taking on Goliath: The emergence of a new left party and the struggle for democracy in Mexico. Penn State Press. Esta idea es sostenida por Cuauhtémoc Cárdenas en su reciente carta pidiendo la renuncia de la dirigencia del PRD: http://www.eluniversal.com.mx/graficos/pdf14/CARTA%20ABIERTA.pdF.
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