Revisando a detalle el caso y la literatura, me queda claro que si hay un uso desmedido del impeachment para destituir a Dilma Roussef. La causa es débil (aunque no me parece una frugalidad que Dilma use el dinero el banco central cuando se le antoje) y sí, Dilma perdió la mayoría de su coalición parlamentaria.
Pero, aunque las voces dicen que hay un Golpe de Estado (Clacso), o golpe legislativo como dicen algunos autores, más bien creo que estamos ante un problema de diseño institucional que se parece más a un desbalance de poderes. En AL y EEUU (más casos que sólo los de Zelaya y Lugo) parece que los impeachments son casi siempre políticos. Es decir, aunque exista un diseño para desaforar presidentes por causas judiciales graves, este instrumento también parece ser usado para atacar políticamente a un presidente que perdió su coalición legislativa.
El caso de Bill Clinton en EEUU es ejemplar. Se abrió un juicio solo por un perjurio (mentir ante una autoridad). El caso ya no prosperó. Igual sucedió en el caso de AMLO cuando hubo un desafuero por una causa judicial posteriormente fallida (un juez devolvió la causa a la PGR). Estos casos ejemplifican impeachments que no alcanzaron su objetivo de remover a estos ejecutivos.
En otros casos donde los impeachments si funcionaron parece que hay condiciones similares a las de un golpe de Estado, pero con la diferencia que pueden estar judicialmente justificados en algún umbral. Las condiciones son una pérdida de confianza popular y una élite organizada para el caso. Por ejemplo, el mismo Collor de Mello en Brazil. Además, las élites del los impeachments de estos casos han sido derecha o izquierda en los impeachments exitosos, no necesariamente de una sola ideología. Y en varios casos los presidentes renuncian (los de Bolivia o Nixon en EEUU). El común denominador es que los gobiernos de los líderes que son sometidos a un impeachment son desastrosos o poco hábiles políticamente.
Que quede claro que me sigue pareciendo que los golpes de Estado por definición no son legales y son resultado de la coerción militar. Como sucede en estos días en África. Pero claramente el procedimiento legal de impeachment puede ser usado políticamente por coaliciones parlamentarias amplias.
De ahí que no sea un crítico tan desafanado del impeachment de Roussef. La corrupción de los gobiernos del PT en Brasil es el origen de la crisis política. Hay suficientes causas judiciales para atacar a todo el gobierno. Esto a diferencia de AMLO en la Ciudad de México, de quién no había evidencia que sustentara una acusación realmente seria. Además que la sociedad civil mexicana (izquierdas y derechas) criticaron el desafuero. Aunque el caso del impeachment de Dilma es débil, no lo es el argumento central de que su gobierno ha sido un desastre corrupto. Lo que sucede allá es una amplia polarización alrededor del desempeño de los gobiernos del PT.
Es decir, si creo que el impeachment (diseñado para causas judiciales) está siendo utilizado informalmente como un mecanismo de censura de un gobierno sin confianza parlamentaria (no estoy comprando el argumento parlamentarista aquí, aclaro). Luego entonces creo hay un problema de diseño, ya que se usa el impeachment para un propósito diferente porque su reglamentación lo permite.
Esto me alerta para el caso de México. En el artículo 110 de la Constitución, coexiste el juicio político, que es una destitución política, con el desafuero. El asunto es que acá no se ha usado, pero un posible presidente AMLO podría sufrir de un juicio político (que es ambiguo en la constitución).
Entonces, creo que estamos ante un asunto todavía más complejo del que he leído en términos de diseño constitucional. Estamos hablando de subterfugios legales para que el parlamento se imponga ante el ejecutivo. O al menos de un desequilibrio que debe ser reglamentado.
Sin embargo, no considero frugal que ante los periodos presidenciales largos debe haber algún tipo de revisión parlamentaria ante un presidente que pierde confianza popular o maneja un gobierno desastroso. Eso es lo que intenta la oposición en Venezuela ante Maduro. Más que nada hay que discutir los límites y alcances de la capacidad de los congresos para destituir presidentes, además de pensar en que escenarios (no sólo los judiciales) sería deseable o no que se destituya un presidente. Un referéndum revocatorio sería una alternativa.
Termino enfatizando una cosa. Insisto, en la literatura claramente dice que los impeachments exitosos vienen de amplios márgenes de desconfianza al gobierno. El PT y las clases políticas en AL deberían pensar sus formas de gobernar para evitarse, al menos pragmáticamente, un impeachment. Como lo hizo López Obrador acá. La honestidad resulta una excelente manera de evitar la crisis política por impeachment.
One reply on “De impeachments y democracia en América ”
Imprescindible en estos momentos leer este libro de Aníbal Pérez Liñan.